LA PENA DEL QUE SE QUEDA

Tenías la mirada perdida amiga, tenías la mirada triste y sin un rumbo marcado, le dijo Carmen a su amiga. Lo se amiga lo sé, la vida no me fue fácil y estas costillas muchos palos se llevaron, a pesar de ello ya ves que la sonrisa no la perdí. Solamente estoy cansada y necesito descansar. Le contesto su amiga a Carmen. Lo sé amiga lo sé, jamás la perdiste. No solo era esa sonrisa eran también esos comentarios y tu forma de ser. Eras mi amiga y ya sabes que estuvimos contigo en las buenas y en las malas. Éramos como una familia, pero con distintos apellidos, vuestro dolor era también nuestro y vuestras alegrías también eran nuestras. Bendita juventud que pasamos juntos como si fuéramos una familia de verdad, a pesar de llevar distinta sangre. Ahora toca descansar amiga, has luchado mucho y has trabajado mucho para los tuyos. Es hora de que descanses y te reúnas con los tuyos, esos que fueron a dormir pronto. Cuidaremos de los que se quedan aquí y estaremos con ellos